Una historia compartida en familia

En 120 años, muchas son las personas que formaron parte de El Revoltijo. Algunas de ellas, pasaron una vida dando lo mejor de sí en cada día de trabajo, con “la camiseta puesta”. Son ejemplo de perseverancia, lealtad y actitud, y sin dudas, han dejado una huella muy importante en nuestra historia.Hoy, miramos hacia atrás y recordamos anécdotas junto a Eufrasio Ramírez y Saúl Ferreira (más conocido como Paco).

59 años, 4 meses, y algún día más.

Eufrasio entró a trabajar en El Revoltijo el 4 de octubre de 1954, cuando tenía 21 años y se retiró el 28 de febrero de 2014. Un patrón con el cual había trabajado poco tiempo y conocía a Walter Piastri, lo acercó a la empresa.

“Empecé a trabajar en el local de 19 de abril, en el escritorio. Estaba en la parte de administración, también hacía algún cobro y alguna ida al banco. Los patrones eran los hermanos Zunini, Don Guillermo Acosta y Don Omar Migliaro. De los que más tarde fueron patrones, los únicos nacidos eran Luis María Acosta y Walter Piastri (H).

Era un lugar muy lindo para trabajar. En aquella época que yo entré frente al local, en donde actualmente está el galpón de la Intendencia, se vendía el carbón. Al lado, estaba Omar Ramos, encargado de vender el kerosene. Al fondo, había un galponcito donde se colocaba la mercadería. La cerveza venía en unos casilleros de madera y los peones la estibaban de manera que casi llegaban al techo. El encargado de reparto era Juan María Campodónico. Recuerdo a aquellos peones antiguos, como era Antenor González; un todo terreno” comenta Eufrasio.

Los años fueron pasando y dentro del área de administración, Eufrasio fue cambiando de tareas. En ese entonces, el comprador era Don Guillermo Acosta, más tarde él tomó esa responsabilidad y luego la continuó realizando junto a Walter (H).

“El Revoltijo supo adaptarse a todos los tiempos. Recuerdo que durante años, antes de que se creara Salto Grande, se importaba desde Brasil madera que venía en balsas. Se importaban un montónde cosas, como la yerba que venía en camiones en partidas de 30.000 kilos, y la sal que llegaba al puerto. Con el transcurso de los años, se fue dejando de importar porque eran muchas las trabas. Cuando comenzó la obra de Salto Grande fue una explosión. El Revoltijo continuó creciendo, hasta que llegó el momento en que se mudó todo al local de Zona Este, al terreno en donde estaba la cancha de Santa Rosa, ahí en donde yo jugaba al fútbol cuando era un chiquilín” comenta.

Yo viví de El Revoltijo y para El Revoltijo.

“Compré mi casa, crié a mis hijos y pudieron estudiar, todo trabajando en El Revoltijo. También le dediqué mi vida. Había un total compañerismo entre los patrones y los empleados, existía una gran convivencia. Los empleados en general eran empleados de muchos años de trabajo, con gran trayectoria. Teníamos una barra con la que durante años hicimos paseos en semana santa y carnaval, compartíamos asados los viernes de noche en donde hoy está el centro de distribución, recuerdo también las fiestas de fin de año con todas la familias”.

Cuando entró nunca se imaginó que pasarían 59 años, considera que él fue acompasando el crecimiento de El Revoltijo y que todo se fue dando. “Siempre tuvimos presente que la empresa vive por el cliente. Tenés que atender bien al cliente y loque precisa, tratar de tenerlo” agrega.

“Hoy voy a Zona Este a comprar y mantengo los vínculos... pero se extraña. Si tuviera que definir en una palabra lo que ha significado en mi vida El Revoltijo es familia”. Eufrasio.

“El Revoltijo fue una escuela, una familia” Paco.

“Paco Ferreira comenzó a trabajar en El Revoltijo el 6 de octubre de 1961 cuando tenía 16 años y se retiró en el año 2010 cuando cumplió 65. Lo llevó a trabajar un amigo, en un momento que estaba complicado. “Este amigo fue Lino Rodríguez que era un maestro en enseñar a trabajar, un ejemplo de cómo trabajaba, uno lo miraba trabajar y tenía que seguirle el tren” comenta Paco y continúa “Recuerdo que el primero que me atendió fue Don Guillermo, padre de Luis. Un señor con todas las letras y en mayúsculas. Me llevó y me dijo que me iba a poner a prueba tres meses. Don Guillermo me enseñó mucho también”.

Paco comenzó a trabajar cuando El Revoltijo estaba ubicado en el local de 19 de abril, frente a la actual Plaza de Deportes. Sus comienzos fueron en la sección de empaque en donde preparaban la mercadería que después salía en el reparto. “Los vendedores salían, nos traían los pedidos y nosotros los aprontábamos. Preparábamos diferentes productos, de mercadería comestible todo (arroz, harina, yerba, azúcar, que venían en bolsas de 50 kilos y había que hacer paquetes de 10 kilos o paquete de kilo según el pedido), enlatados y también cosas de ferretería que se vendían a los comercios y a los particulares. Salían 4 o 5 camiones de mañana y de tarde lo mismo, además también se cargaba para campaña” cuenta Paco y agrega: “Con el tiempo fui progresando hasta que Don Guillermo me llevó a trabajar con él al mostrador de ferretería y barraca; era una persona excepcional, lo mismo Walter que siempre estaba ahí. Fueron muy especiales, tanto Guillermo, Walter, como Orlando y Armando Zunini, fueron unos ejemplos. Cuando pienso en las personas que me marcaron en mis años en El Revoltijo, pienso en Don Guillermo y en Lino. Para mi fue un aprendizaje, me enseñaron a ser gente y un hombre como lo soy hoy con una familia.” dice Paco.

Después de trabajar en empaque, Paco pasó a trabajar en el mostrador de la barraca y ferretería. “A veces atendíamos en este mostrador a clientes excepcionales de campaña, a los estancieros, no era solo barraca y ferretería. El Revoltijo trabajaba muy pero muy bien. Se trabajaba muy bien en mostrador, el reparto era excepcional, se trabajaba para campaña, para Artigas, para Paysandú. En el mostrador de almacén eran tres vendedores y el cajero, y en la parte de ferretería éramos dos y Don Guillermo que siempre estaba. En el empaque estaba Lino, dos muchachos y yo aprontábamos toda la mercadería”.

En el momento que El Revoltijo se muda a Zona Este se sumó la sección de electrodomésticos, y Paco pasó a ser encargado de electrodomésticos, barraca y ferretería. “Estaba todo en un mismo salón. Se abrió el supermercado del otro lado, en el fondo quedó el empaque, y la carga y descarga de la mercadería que salían en el reparto. La bebida y la cervecería estaban en el local de Bella Unión y Diego Lamas, y del otro lado estaba el almacén. Después se sumó la automotora y gomería. Walter tenía una cabeza que lo veía más allá, fue el que llevó a cambiar a El Revoltijo. Cuando vislumbraba los cambios, venía y conversaba de lo que quería hacer, así fue que nos compartió la idea de que quería tener todo junto en un mismo lugar”.

“Me da mucha nostalgia pensar en los 120 años de El Revoltijo, en este momento al pensar siento un cosquilleo. Cada tanto voy y seguimos las conexiones familiares, eso no lo perdimos”. Paco.

Al hablar sobre la gran trayectoria de El Revoltijo, Paco comenta: “Guillermo y Walter siempre nos transmitían que el cliente está primero. El cliente es el que te paga el sueldo. Atendé bien al cliente que vas a tener trabajo. Entonces, yo creo que esto llevó a hacerse su clientela, y a que El Revoltijo sea lo que es hoy a 120 años de su fundación, siempre buscando una solución al cliente. Los hijos están siguiendo los pasos de los padres y sus abuelos y eso es fundamental”.

Más que compañeros una familia

“De aquellas épocas recuerdo a compañeros, más que compañeros una familia que nació en El Revoltijo. Recuerdo a Eufrasio Ramírez, Pepe Carballo (encargado de carga y descarga de los camiones), Atilio Carballo (encargado de la cervecería) y Juan Carlos Suárez.

Hay que ser agradecido, yo soy un agradecido. Se portaron muy bien en momentos claves de mi vida, fueron excepcionales en todo sentido y de eso no podes olvidarte nunca. Por eso te digo que no eran patrones, era más, era unión”.

En la publicación de hoy los protagonistas fueron Eufrasio y Paco, dos personas a quienes estaremos siempre agradecidos por su gran entrega. A través de sus palabras, nos reafirman el sentimiento de que estos 120 años han sido de una historia compartida en familia.

No te pierdas nuestra próxima publicación que será el Domingo 10 de Mayo.