Los clientes: pilares de nuestra historia

Si hay algo que ha caracterizado a El Revoltijo en sus 120 años ha sido el saber adaptarse para satisfacer las necesidades de cada uno de sus clientes, buscando soluciones, y trabajando cada día para brindar un mejor servicio.

A lo largo de los años El Revoltijo se ha convertido en mayorista, atendiendo a una cantidad muy importante de minoristas quienes venden al público en general, y a su vez, a través de sus dos supermercados El Revoltijo también atiende al consumidor final.

En esta empresa que nació como un almacén de ramos generales, el cliente hoy encuentra una infinidad de artículos, desde comestibles, automóviles, pasando por electrodomésticos, bebidas, un car service, y la lista continúa. Además de esto, el cliente encuentra un trato cercano y el respaldo de una empresa que la hacen única al momento de mantener vínculos comerciales, motivos por los cuales (varias personas coinciden) han permitido su permanencia.

“No hay dudas de que todo lo logrado hasta hoy, se debe en gran parte a todos los clientes que eligieron y siguen eligiendo a El Revoltijo. Hoy, recordamos anécdotas junto a tres de ellos: Carlos Martín Correa, María Rosa Paolucci y José María Rodríguez.

José María Rodríguez, tiene 88 años. Desde muy joven le gustó el comercio y estuvo al frente por más de 60 años de un almacén de ramos generales “Las tres marías”, ubicado en la localidad de San Antonio.

“Yo fui a hablar con Walter y Enrique Piastri, a decirles que tenía comercio. Me dijeron: ´Si usted quiere ser cliente de nosotros; con mucho gusto´, y me dieron el número 3. Gracias a ellos fui progresando.” José María.

“El almacén de José María era chico, lo empezó con 400 pesos, con esa plata lo había surtido. Vendía comestibles, bebida, de todo en general, pero todo lo que vendía lo compraba en El Revoltijo. “Ellos me decían vos vení y pedí que acá tenés todo lo que quieras. Me tenían confianza porque yo cumplía. Nos entregaban las cosas en el comercio en San Antonio, yo firmaba la boleta y después iba y arreglaba allá en el centro, iba y pagaba. Y cuando no podía le decía: ´Mirá Enrique no pude juntar, voy de aquí a dos días porque cobro de acá a dos días, y yo a los dos días de abajo de la tierra sacaba la plata para pagar”.

“Hoy en El Revoltijo, después de 3 generaciones, encuentro desde el comestible hasta el vehículo en el que trabajo.” Carlos Martín.

Carlos Martín recuerda ir a El Revoltijo desde que era adolescente, iba con su papá (Charlo Correa) quien le contaba que también su padre (Don Lauro Correa), era cliente. “Así fuimos teniendo la misma relación comercial, pues siempre nos sentimos muy cómodos con el trato y la atención de todos los integrantes. Recuerdo a Don Guillermo Acosta (siempre con su traje gris) que aparecía desde su escritorio a ponerse en contacto con los clientes que terminaba en charlas muy amenas sobre todo lo que acontecía en la ganadería, rubro en el cual se desempeñaba mi padre y dedicaba muchas horas con pasión y trabajo. De esas charlas me quedaron grabadas muchas enseñanzas”.

María Rosa, un día escuchaba radio Libertadores cuando la sorprendió una entrevista que le hacían a Luis Acosta (uno de los actuales directores de El Revoltijo) con motivo de las celebraciones por los 120 años. Cuando Luis al aire dijo: “Yo sé que debe de haber gente que tiene recuerdos de esa época” a María Rosa le vino a la memoria todo un pasaje de su niñez.

“Recordé cuando mis padres hacían los pedidos. El Revoltijo era una casa grande, muy importante y seria. Cuando lo escuché hablar sentí un ímpetu de llamarlo y decirle: Señor, mis padres eran clientes de aquella época. Cuando éramos chicos era todo El Revoltijo.” María Rosa.

María Rosa recuerda que hacían un pedido de unas cuántas cosas para varios días y que era un señor mayor que llevaba el pedido en un camión. Compraban kerosene para la cocina. “¡Tenemos que pedir el kerosene a El revoltijo´ le decía mamá a papá”.

El papá de Carlos Martín con su hermano Raúl desde siempre se abastecieron en El Revoltijo, concurrían por lo menos una vez por mes. Compraban todo lo necesario para sus explotaciones ganaderas.

“Era un lugar que les proveía de todo lo necesario, siendo de gran utilidad, pues las rutas antes no eran las de ahora, y había que aprovechar los viajes con todo lo necesario.” Carlos Martín.

María Rosa no puede olvidar los quesos “lindos” que compraban en El Revoltijo. “En casa compraban media pieza (así duraba unos cuantos días) de ese queso de rallar que venía con cáscara negra”. Tampoco olvida que vendían unos caramelos que venían en una bolsa de a kilo que era lo que más le encantaba a ella y a sus hermanos. “Era un bolsa de kilo de caramelos surtidos bristol. Éramos chicos y le decíamos a papá: Papito ¿vas a hacer el pedido a El Revoltijo? (para que pidiera caramelos)”.

José María sostiene que el crecimiento de su almacén se dio por el gran apoyo que recibió por parte de El Revoltijo y porque siempre le facilitaban lo que él necesitaba. “Me gustaba tener todo en mi almacén. Un día le digo a Enrique Piastri: ´¡Qué lindo es tener bastante cerveza en la casa de uno!´ (yo compraba de a 10 casilleros toda la semana) y él me preguntó: ´¿Usted quiere?´, ´Sí´ le respondí y me dijo: ´Bueno, le voy a mandar 100 casilleros´. A la semana siguiente la cerveza iba a subir y aún así ellos me mandaron igual en ese mismo momento los 100 casilleros”.

En el local frente a la plaza de deportes, que abarcaba toda la cuadra sobre 19 de abril, fue donde Carlos Martín conoció a gran parte de los que allí se desempeñaban en diferentes tareas como Ramírez, Paco Ferreira, etc. “Cuando llegaron los cambios con la mudanza para avenida Batlle, recuerdo mucho que había personas que lo veían con cierto escepticismo, que al final fue infundado, porque junto al supermercado en el centro los directores volvieron a demostrar en qué buena forma trabajan amalgamados en sociedad y con éxito en estos 2 nuevos emprendimientos. Habría que descubrir la fórmula que tienen de vivir en sociedad tanto tiempo y tener tanta relevancia comercial.” agrega Carlos Martín.

María Rosa por su parte hoy sigue siendo clienta de El Revoltijo y dice que es su casa preferida porque encuentra productos que no encuentra en otro lado además de la confianza, calidad y servicio.

José María sostiene que cuando la gente es buena progresa y cree que éste es uno de los motivos por los que El Revoltijo, 120 años luego de su fundación sigue tan vigente. “La gente va progresando por ser buena, porque si fueran malos no iría nadie. Ellos fueron buenos”.

Carlos Martín afirma “Hoy en El Revoltijo, después de 3 generaciones, encuentro desde el comestible hasta el vehículo en el que trabajo, un servicio muy amplio y confiable en el cual me respaldo para abastecer mi casa, las necesidades de nuestro escritorio y explotación agropecuaria”.

En la publicación de hoy los protagonistas fueron José María, Carlos Martín y María Rosa. Les agradecemos a ellos y en su nombre a todos nuestros clientes por ser parte de esta gran historia compartida.

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No te pierdas nuestra próxima publicación que será el Domingo 9 de Junio.